domingo, 19 de marzo de 2023

 

 

 

Reseña de la aparición del Sr. Del Santuario

 

Una mañana, cuando ya habían pasado cinco años de la muerte de aquellos frailes, dos jóvenes cazadores-pescadores, que nadie recuerda sus nombres, se dirigieron a la laguna (como era costumbres de los pobladores de este municipio ir a pescar o cazar animales que abundaban en este lugar), cuentan que aquella mañana, los jóvenes salieron muy temprano. por qué irían a pescar, con un paño que habían prestado, a don Eduviges Ruiz, quien les dijo que “se los prestaba con la condición que le dieran algo de lo que pescaran”,

Los muchachos se embarcaron en el lugar conocido como el limón, que hoy es la calle León Brindis, iban a acompañado de tres perros que siempre traían cuando salían a cazar, uno de los perros era pinto y los otros dos perros, de color negro.

        La punta, como conocían aquel embarcadero, el lugar donde los cayucos y lanchas quedaban amarrados y resguardados durante las noches; desde este lugar se podía llegar a Villahermosa la capital del estado de Tabasco a través de los diferentes causes de agua.

Por eso este lugar, se había convertido en una central marítima de pasajes y carga, todo el comercio de Reforma y la región se gestaba por esta ruta, que pasaba por el puente colgante llamado “Cabeza de Loro”, esta ruta estaba resguardada por una capitanía perteneciente al Estado de Chiapas.

Cuentan los ancianos, que don Eduviges narraba que esa mañana, era muy hermosa. El sol estaba muy brillante y que el cielo tenía un azul muy bonito (como añil), alborozado y que corría un viento muy fresco, que daba la impresión que todo estaba alegre o al menos -así me sentía yo-. Contaba que se sentía así, porque Reforma acababa de salir de unos de los últimos nortes (así les llamaban a los frentes fríos en ese tiempo) y los últimos días había norteado, pero la noche anterior había llovido tanto, que la gente creía que había caído un diluvio.

Afirman, que decía cuando contaba esta historia,  que uno de los muchachos, se hecho el paño al hombro, porque lo llevaban en un costal -de esos que se utilizan para guardar harina a granel- , el muchacho iba, con su machete a la cintura, y como era costumbre su paliacate rojo en el bolsillo del pantalón, el otro llevaba el remo y una carabina de chispa (avancarga), enganchada en el hombro, los dos muchachos, agarraron el camino seguido de los tres perros que iban con ellos, se fueron hacia la laguna, eran como las nueve de la mañana, de aquel febrero, los muchachos llegaron al embarcadero saludaron a los señores que se encontraban ahí, y colocaron todo donde debían de colocarlo dentro del cayuco incluyendo los perros que  ya sabían subirse a los cayucos y se adentraron en la laguna.

 Dicen los que los vieron, que dijeron que irían, a donde casi no llegaba la gente a pescar -que ahí pondrían el paño- y que, mientras esperaban que cayeran los peces en el paño, iban a cazar algunas aves que llegaban al lugar, pijijes, pato de agua, siete presas etc.

Tendieron su paño, en el lugar conocido como el pozo, un estrecho que daba a la laguna, ahí, casi no llegaba la gente, porque era una de las partes más retirada de ese lugar y era un estrecho que desemboca a la laguna, ahí pusieron su paño los muchachos y se saltaron a tierra a cazar aves como lo habían planeado.

Después de varias horas de andar cazando, pasado el mediodía, con algunas aves que habían logrado cazar y un armadillo, se subieron al cayuco y se dispusieron a recoger el paño, para ver que se había enredado en él. al inicio, cuando se acercaron al paño vieron que se movía mucho, por lo que ellos dedujeron que tenía muchos peces, atrapados, por lo que se emocionaron y decían que ese día si les había ido bien puesto que llevaban ya varios animales de tierra cazados,

Emocionados empezaron a recoger el paño, pero cuál fue su sorpresa, no tenía peces en su interior, sino al contrario, se había trabado en unas ramas que flotaban en el agua, y que tenía mucho Jacinto a su alrededor, por lo que enojados empezaron a jalarlo, eso sí, con mucho cuidado porque el paño no era de ellos, y si se rompía iban a pagarlo, y sin pescar nada, así lo fueron jalando hasta llegar a las ramas que lo tenían enredado y con ellos el planchón de Jacinto que se acercaba poco a poco.

          De repente los perros empezaron a ladrar desesperadamente, hacia la orilla de la laguna, donde había un deslave de tierra. la forma de ladrar era tan insistente que el muchacho, que iba al frente del cayuco, miró al montón de tierra que se había deslavado hacía la orilla del agua. tal vez por causa de la lluvia del día anterior, y notó que algo sobresalía de la tierra floja, lo que sobresalía era de un color muy diferente al de la tierra roja que estaba amontonada en ese deslave.

¿Qué es lo que está ahí?; le comentó a su amigo, -no es nada- le contestó el que venía remando; pero por qué los perros ladran tan insistente; han de estar locos, ¡no! ¡Mira! ¡Es un brazo! - dijo, el que iba asta adelante- sí es un brazo pequeño, ha de ser de algún muñeco o algo así, acércate a la orilla, -déjalo, - quien sabe que es comentó el remero, primero saquemos el paño y lo desenredemos por que se nos hará tarde, (murmuró) a lo que continuaron desenredando el paño, el cual sacaron y limpiaron de algunas ramas que tenía enredadas, lo enrollaron y se dieron la vuelta para irse de regreso.

Los perros no cesaban de ladrar hacia el montón de tierra, el muchacho, que iba hasta adelante le dijo, a su compañero ¡acércate!, volvió a insistir al que traía el remo, (a lo cual no muy convencido, le hizo caso y se acercó al montón de tierra arrastrada por la lluvia), el que estaba hasta delante saltó, hacia el deslave y calló cerca del brazo de la imagen. los perros ladraban con más fuerza y miraban el brazo que sobresalía del montón de tierra.

El muchacho que había saltado a tierra, se puso a sacar la imagen, y con mucho esfuerzo desenterró la imagen, que se encontraba allí. -¡mira!. “¡es un Cristo!”- le dijo a su compañero que estaba en el cayuco, ¿pero no tiene la cruz?, -déjalo, ¡ahí!, ¡vámonos! quien sabe quién lo enterró ahí- (dijo el que estaba en el cayuco). ¡Acerca el cayuco comentó!, Dijo el que estaba en tierra, con la imagen entre las  manos; -vamos a llevarlo al pueblo, para ver si alguien sabe de quién es,  le dijo a su compañero, era la imagen de un Cristo muy bonito, -contaba uno de ellos-, se veía limpio, se veía bien, como si lo hubieran acabado de echar al lodo, con mucho cuidado, lo sacaron lo pusieron en el cayuco, este Cristo no tenía cruz, y le faltaban dos dedos en unas de sus manos,  estaba sin cruz, por lo que temían que se quebrara, con cuidado lo colocaron sobre el paño amontonado y se dirigieron al embarcadero, cuando iban llegando al embarcadero, uno de los muchachos, se acordó, que por esos tiempos estaba prohibido tener imágenes religiosas, en los hogares, y que en aquel lugar había gente de Villahermosa y podrían delatarlos; se lo hiso saber a su compañero por lo que decidieron meterlo dentro del costal junto con el paño.

Así llegaron al desembarcadero, tomaron sus cosas, amarraron el cayuco y caminaron por la calle, hacia la casa de don Eduviges, cuando llegaron a la casa, le dijeron que no habían pescado nada, solo un Cristo sin cruz, y que se lo dejaban porque ellos no tenían donde tenerlo, y que, si era de alguien del pueblo, que se lo diera, y como no habían pescado nada, le dejaban dos pijijes que traían, dejaron el costal con la imagen y se fueron a su casa, seguido de sus perros.

        Don Eduviges, lo guardó (escondió), puesto que en ese tiempo estaba prohibido tener imágenes en sus casas, por eso de los Camisas Rojas, que entraban en las noches a quemar las casas de los católicos y las imágenes de las capillas, de las rancherías.

         En secreto se mantuvo mucho tiempo la imagen, pero don Eduviges le comentó a los católicos más viejos del pueblo, que tenía la imagen que le habían dejado los muchachos, y ellos le aconsejaron esconderlo en una tejería, (fábrica de tejas que se encontraba, donde hoy es el jardín de niños Villatoro), que le darían aviso al padre Macario, así lo hicieron, le dieron aviso al padre Macario del hallazgo que habían hechos los jóvenes, el padre Macario les dijo, que deberían de hacerle su cruz, y así poderlo poner en la capilla del pueblo; los católicos más ancianos buscaron a un carpintero para que le hiciera  su cruz,  él carpintero recomendó que la madera más duradera y bonita, era una madera llamada jobillo,  que solo había en un rancho que se ubicaba al otro lado de la laguna,  por lo que había que pedirle permiso al dueño de ese rancho para ir a buscarla, un grupo de ancianos y señores se organizaron y fueron hablar con el dueño del rancho le explicaron.

 

 

 

 

Aldo Gómez Jiménez

Vestuario Representativo de Reforma Chiapas

TRAJE REPRESENTATIVO DEL MUNICIPIO DE REFORMA




 

Buscar este blog

Seguidores